Sarro y aumento sistémico de TNF-alfa: cuando los depósitos duros afectan a los órganos blandos
El sarro suena inofensivo. Un poco áspero al cepillarse, el dentista lo raspa y listo. ¿Verdad? Por desgracia, no. Porque bajo esa costra dura se esconde un foco biológico constante. Y causa más daño del que muchos imaginan.
El sarro no es más que biofilm bacteriano mineralizado: una mezcla de saliva, restos bacterianos y células inflamatorias. Tan duro como el cemento, pero inmunológicamente activo. Porque las bacterias que hay debajo siguen vivas. Y hacen lo que mejor saben hacer: desencadenar inflamación.
El problema comienza cuando el sarro se encuentra con encías inflamadas, algo que ocurre en casi todos los casos de periodontitis no tratada. Allí se genera una reacción inmunológica local que rápidamente deja de ser local. Debido a la activación continua de las células inmunitarias, se liberan mediadores inflamatorios. Uno de ellos: el TNF-alfa (factor de necrosis tumoral alfa).
Suena dramático y lo es.
El TNF-alfa es uno de los principales mediadores de la inflamación en el cuerpo humano. Una molécula con efectos sistémicos: aumenta la permeabilidad de los vasos sanguíneos, afecta el metabolismo de la glucosa, favorece la formación de placas en las arterias e incluso puede impulsar la resistencia a la insulina.
Y sí: el sarro puede elevar los niveles de TNF-alfa a nivel sistémico. Estudios demuestran que las personas con gran acumulación de sarro y gingivitis crónica presentan niveles significativamente más altos de TNF-alfa en sangre. Por lo tanto, no es un problema local. Es un foco inflamatorio silencioso con consecuencias sistémicas.
La solución sería sencilla: limpieza dental, profilaxis, higiene oral. Pero mientras el sarro se vea solo como un problema estético, su impacto biológico seguirá siendo invisible.
Y justamente eso es lo que debería cambiar: hacerlo visible. Como marcador. Como señal de advertencia temprana. Como una indicación de que el cuerpo está luchando a nivel sistémico y de que el enemigo no está escondido en algún lugar remoto, sino justo detrás de los dientes frontales.