La microbiota oral como indicador temprano de prediabetes

La mayoría cree que la prediabetes solo puede detectarse a través de los niveles de azúcar en sangre: análisis en ayunas, prueba de tolerancia a la glucosa, tal vez medir el perímetro abdominal… lo clásico. Pero lo que casi nadie sabe es lo siguiente:

La boca suele avisar antes.

Más concretamente: la microbiota oral. Ese ejército de miles de millones de bacterias que vive en silencio entre los dientes, en la lengua y las encías, es extremadamente sensible. Incluso los cambios más pequeños en el metabolismo del azúcar alteran su composición. Y lo sorprendente es que esto sucede mucho antes de que el médico detecte algo en una analítica.

Los estudios muestran que en personas con prediabetes se forman patrones típicos en la microbiota bucal. Algunas bacterias se multiplican, otras desaparecen. La diversidad disminuye. El entorno se vuelve inflamatorio. Y así, la microbiota oral se convierte en cierto modo en un sistema biológico de alerta temprana.

Concretamente: quien sufre problemas frecuentes en las encías a pesar de estar “aparentemente sano”, quien tiene mal aliento persistente a pesar de una buena higiene, quien nota inflamaciones frecuentes en la boca… no debería acudir solo al dentista, sino también al médico de cabecera. Podría ser el inicio de un trastorno metabólico.

Y aquí está el error de pensamiento: muchos creen que la periodontitis es un problema meramente local. No lo es. A menudo es un síntoma. Y a veces, también una señal: una advertencia de que se avecina una diabetes tipo 2. No grita. Pero habla claro, si se sabe escuchar.

Si las consultas dentales aprendieran a ver estos cambios como marcadores y los médicos generales los tomaran en serio, la prediabetes podría detectarse y tratarse antes. Sin pruebas costosas, solo con una mirada a la boca.

Pero para eso, habría que volver a darle más crédito a la boca. Porque a veces, es la parte más sincera de todo el cuerpo.