La gingivitis influye en la variabilidad de la presión arterial

La presión arterial tiene sus propias reglas: fluctúa según la hora del día, la actividad física o el estrés. Y puede decir mucho, especialmente cuando fluctúa demasiado poco… o demasiado. Lo que se conoce como variabilidad de la presión arterial es un marcador serio de salud. Y, sorprendentemente, tiene que ver con las encías.

Más concretamente: con la gingivitis.

Una inflamación que muchos conocen… y muchos ignoran. Las encías están enrojecidas, inflamadas, tal vez sangran. Uno piensa: ya pasará. No duele. Pero lo que pasa desapercibido es que el sistema inmunológico ya está trabajando a toda máquina, y afecta mucho más que solo las encías.

Las inflamaciones crónicas —aunque estén “solo” en la boca— tienen efectos sistémicos. Aumentan la llamada carga inflamatoria. Es decir: el cuerpo permanece en un estado de alerta constante, y eso influye, entre otras cosas, en el sistema nervioso autónomo. Es decir, el sistema que regula el ritmo cardíaco y la presión arterial.

¿El resultado? Es medible: la variabilidad de la presión arterial se desestabiliza. Las fluctuaciones naturales se vuelven más irregulares, más inestables. Y eso, a su vez, es un factor de riesgo para eventos cardiovasculares, como infartos cerebrales o insuficiencia cardíaca.

No se nota de inmediato. No hay dolor. No hay una señal de alarma evidente. Solo un desplazamiento lento y biológico del control interno del cuerpo. Y todo esto provocado por una inflamación que podría tratarse fácilmente… si se la tomara en serio.

¿Qué nos queda? La certeza de que el cuidado bucal no es solo una cuestión estética. Es prevención: para la presión arterial, para el corazón, para la vida.

Y quien sufre sangrado de encías de forma recurrente, no debería limitarse a una limpieza dental. Tal vez también debería revisarse la presión arterial. Y preguntarse si no hay más conexiones de las que parece a simple vista.