Estado de salud bucal como barómetro de la inflamación
Hay consultas de diagnóstico en las que los médicos pasan horas examinando resultados de laboratorio, ritmos cardíacos y presión arterial. Sin embargo, casi nadie dice: “Muéstreme sus encías”. Y eso podría ser, sin duda, el mejor indicador del estado general del cuerpo.
El estado de salud bucal es decir, la condición de los dientes, las encías y las estructuras de soporte es más que una simple tarjeta de presentación de la higiene oral. Es un reflejo de nuestra salud sistémica. A menudo, brinda una pista directa sobre la inflamación crónica que hierve en lo más profundo del cuerpo.
¿Por qué? Porque la boca es una zona fronteriza: abierta, permeable y sensible. Cuando aquí se manifiestan inflamaciones ya sea por periodontitis, gingivitis o incluso simplemente por un aumento del sangrado de encías rara vez es un problema aislado. Con mayor frecuencia, refleja una sobrecarga sistémica. En otras palabras: el sistema inmunitario está emitiendo señales de alarma, y la boca responde.
La ciencia lo ha confirmado desde hace tiempo. La inflamación oral crónica se asocia con enfermedades cardiovasculares, diabetes, afecciones reumáticas e incluso ciertos tipos de cáncer. Por lo tanto, el dentista no es solo un especialista en estética, sino que actúa como un sistema de alerta temprana.
El problema: el lenguaje del estado de salud bucal apenas se utiliza. No forma parte de la práctica rutinaria en medicina general ni es un indicador estándar en medicina interna. Y, sin embargo, podría ser algo tan sencillo y eficaz: quienes revisan regularmente su cavidad bucal pueden identificar con mucha antelación el inicio de los procesos inflamatorios.
Y sí, puede sonar trivial. Pero, a veces, una mirada atenta a las encías es suficiente para evitar el próximo gran error médico: pasar por alto la inflamación. La boca es implacablemente honesta. Quien la comprende, también comprende su conexión con el resto del cuerpo.