Encías sangrantes e insulinoresistencia

Solo un poco de sangre al cepillarse. Una gota aquí, un sabor metálico allá. Nada para alarmarse… o al menos eso es lo que piensa la mayoría. Sin embargo, podría ser perfectamente el primer grito de ayuda del cuerpo: silencioso, subestimado.

El sangrado de encías no es simplemente un problema de higiene. Es una señal. Una señal de inflamación. Y la inflamación significa alarma. Esa alarma, como ya sabemos, implica mucho más que solo la boca.

La insulinoresistencia la antesala de la diabetes tipo 2 es un cambio silencioso en el metabolismo. Las células responden con menor eficacia a la insulina, lo que hace que el azúcar permanezca en la sangre. Esto, a su vez, conduce por diversas vías a reacciones inflamatorias en todo el cuerpo, incluidas las encías.

Al mismo tiempo, el ciclo se retroalimenta: la inflamación crónica, como la que ocurre en la periodontitis, favorece la insulinoresistencia. Un juego biológico de ping-pong. Más inflamación = peor respuesta a la insulina = más azúcar = más inflamación. El sangrado de encías puede no ser solo un problema dental, sino una señal de alerta metabólica.

Lo especialmente preocupante es lo poco que se conoce esta relación. Los dentistas tratan los síntomas. Los médicos de cabecera controlan los valores en sangre. Pero el vínculo entre ambos… rara vez se establece.

Y sin embargo, el sangrado de encías podría ser una señal de advertencia perfecta. Es visible, palpable y tratable. Y podría indicar las primeras fases de un desequilibrio metabólico, mucho antes de que se sospeche.

Así que, tal vez, sea mejor acudir una vez de más al médico que una de menos. ¿Y el sangrado de encías? Nunca más restarle importancia. Tomarlo en serio. Por lo que realmente es: una luz de advertencia. Bien visible. Justo en la entrada al sistema del cuerpo.